martes, 8 de diciembre de 2009

Real Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en 1774 en Zaragoza


Este cuadro es obra del fraile Manuel Bayeu, hermano pequeño de Pepita Bayeu, y por ende, cuñado de Goya, realizado en 1776 por encargo y alegoría de la Real Sociedad Económica de Amigos del País que ilustrados dieciochescos aragoneses como Ramón Pignatelli, el Conde de Aranda, el Duque de Villahermosa, Ignacio Jordán de Asso o José Antonio Hernandez y Perez de Larrea habían fundado, y promovido con sus cuotas, para el desarrollo de las ideas del siglo, concretándose en la creación de escuelas profesionales, publicación de libros prácticos sobre industria, agricultura y artesanía, y la defensa de la modernización en todos los campos. Puede decirse que es el primer intento en dejar atrás las tinieblas del Antiguo Régimen, la primera piedra para implantar y desarrollar los avances científicos del Siglo de las Luces.
Harían bien los caducos representantes de la SGAE actual en subirse cuanto antes al tren de las nuevas tecnologías que ha traído el recién estrenado siglo que vivimos, en cuanto respecta al acto de creación y difusión de la obra, y que avanza imparable, sin vuelta atrás posible; y no dar el tijeretazo rabioso que pretenden, para cerrar plataformas de creación y opinión sin autorización judicial, al mejor y más puro estilo censor, tan desgraciadamente familiar para la Historia de los españoles. Su arrogancia es tanta, como la fe que tienen en su lobby de presión cerca del débil gobierno actual, aunque en esta ocasión han topado con un hueso duro de roer, que no es otro que el ansia del ser humano por el saber, la nueva cara de la civilización. Si no se amoldan a los tiempos, están acabados.

martes, 1 de diciembre de 2009

Sinergias para una historia



Inicio del Canal de Zaidin.
Compuertas del Canal Aragón y Catalunya, en el fielato donde parten las aguas que riegan miles y miles de hectáreas de La Litera y Bajo Cinca, para dejar las restantes que discurran hasta la comarca del Segriá en Catalunya.


Estas aguas vienen del pantano de Barasona, cerca de Graus, villa de Joaquin Costa, el gran lider del regenaracionismo español de finales del XIX e impulsor decidido de esta maravillosa y fructífera obra de ingeniería hidráulica; el sifón del Sosa, para salvar un desnivel unos kilómetros más arriba, fue una construcción pionera en la Europa del cambio de siglo pasado. La llegada del canal produjo una convulsión económica y social en la vida de aquellos agricultores, y aumentó el bienestar de miles de personas que habitaban aquel desolado paraje; también transformó radicalmente los medios de producción agraria, y hasta hoy en día, que alimenta los miles y miles de máquinas de riego (pivots) que producen un gran rendimiento de toda clase de bienes alimenticios.
La primera vez que oí el nombre de Costa fue en boca de mi padre, cuando era un niño de primaria, y recuerdo el reverencial sonido de su voz: "Aquel hombre decía que el agua de los ríos vertida al mar, va perdida. Hay que aprovecharla". Y como en tantos niños aragoneses se forjó en mi mente el mito Costa, que persiste y aumenta cada día. "Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid", el lema jocundo y hondo del grausino indomable, sonaba en mis oídos adolescentes, atenazados por la sordina del franquismo, como una luminosa y esperanzadora música revolucionaria.
Salvando las diferencias del tiempo que les ha tocado vivir, y claro, el origen de su nacimiento: el décimo Conde de Aranda, Joaquin Costa, y mi padre son tres sinergías que juntas me han impulsado a forjar esta historia; envuelta, obviamente, en el celofán del glamour mundano del Conde y sus espias, que sin duda y seguro persiguiéndolo, fue el precursor de los otros dos.